—Julieta…
Leandro tomó repentinamente la mano de Dalila y se incorporó rápidamente de la cama, había un poco de nerviosismo en su tono.
Al escuchar ese nombre, los ojos de Dalila brillaron siniestramente, pero dijo con suavidad:
—Leandro, ¿estás despierto?
Leandro abrió los ojos cuidadosamente y vio que era Dalila, estaba un poco perdido; le soltó la mano.
—¿Por qué estás aquí?
—Leandro, has estado desmayado por cinco horas, estaba realmente asustada, ¿cómo te encuentras?
Leandro la ignoró, se cubrió la cabeza y gritó:
—¡Renzo!
—Señor —Renzo ingresó a la habitación. .
—¿Dónde está Julieta? ¿La has encontrado ya?
—Todavía no —negó con la cabeza.
Los ojos de Leandro se hundieron.
—Inútiles, ¿han pasado cinco horas y ni siquiera pueden encontrar a una persona?
—Señor, hemos buscado por toda la ciudad y no hay rastro alguno de la señora…
Leandro intentó levantarse de la cama, pero como aún no se le había pasado el efecto de la anestesia, sus piernas cedieron y cayó de nuevo sobre la cam