Capítulo XVIII. Sin razón

Adriana necesitó una hora extra de trabajo para poder someter con totalidad a Abdiel, ya se la he pagado y le dado de propina un collar y un par de aretes de rubís, no debe ser fácil acostarse y dominar a un hombre tan físicamente sin gracia. También la tuve que sacar por una de las puertas traseras para que los empleados de seguridad no empiecen a sospechar de que hay una prostituta dentro de la casa, eso convertiría mi nuevo hogar en un burdel de mala muerte, pese a que los propios porteros creen que la chica es una vieja amiga mía, todo podría pasar en estos momentos y no quiero correr el riesgo de que el traficante de blancas más poderoso se llegue a dar cuenta de que en realidad se ha estado acostando con una prostituta y no conmigo.

- Buenos días - dije al entrar al comedor y saludar a todo el personal de limpieza.

- Buenos días Señora - me contestan tres mayordomos de manera dispareja.

- ¿Mi esposo ya ha llegado a casa? - desde ayer que salió a atender el asunto de Amelia no
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