Sasha se sobresalta, asustada, parpadeando al ver la imagen de Miguel reflejada en el espejo del lavabo. No esperaba encontrarlo allí tan repentinamente, y el susto hace que su corazón se acelere, mientras la presencia de él domina el ambiente.
— ¿Vas a algún lugar, pequeña lux lunaris? — pregunta Miguel con voz baja y cargada de tensión. Apenas puede pronunciar las palabras, tanto es el esfuerzo con el que aprieta su mandíbula. La ira dentro de él está a punto de desbordarse.
— ¡Gracias a los cielos! — exclama Sasha, sin ocultar el alivio en su rostro tras pasar el susto. — Estaba preocupada de que estuvieras tan entretenido con esa humana que me olvidaras — dice, con un tono ácido al referirse a la otra hembra de su especie.
Miguel inclina levemente la cabeza, su mirada fija en ella, mientras se apoya contra la puerta del baño. Cada fibra de su ser quiere eliminar la pequeña distancia entre ellos, quiere presionarla contra el lavabo, rozándose contra ella hasta que el olor de ese ma