Pedro camina de un lado a otro en el apartamento de Mariana, sus ojos recorriendo nerviosamente la vista panorámica de la ciudad a través de la enorme ventana de vidrio que ocupa toda la pared.
Sus dedos crujen inquietos, su mente no deja de pensar en Sasha, llevándolo a imaginar múltiples teorías sobre lo mal que la están tratando, sin nadie para defenderla en el territorio del Genuino Alfa.
— ¿Estás segura de que no podrán encontrarnos aquí? — Pedro se gira hacia Mariana, su voz cargada de tensión. — Este lugar no se siente como un escondite seguro. Me siento expuesto con esta enorme ventana.
— Me gusta la vista, Pedro — responde Mariana sin mirarlo, mientras abre la puerta de la nevera y rebusca dentro. — Lancé un hechizo para que ni siquiera mis hermanas pudieran localizarnos aquí. ¡Ah, lo encontré! ¿Tien