— Encontré tus bragas – sonrió Alonzo. – ¿Me las puedo quedar?
— Quedatelas – sonrió la morena. – Tengo que pasar por la ropa de Konstantin y Eyra.
— ¿Tienes llave de su casa? – la miró extraño.
— No preguntes el porque – lo miró – Solo tengo llave y todo lo que viste no sé lo digas a nadie. En sí no debías estar en ese lugar.
— Ni tú tampoco nena – le sonrió.
— Hablo enserio Alonzo – le lanzó una almohada y ambos rieron, Alonzo se acercó y tomó a Beth sentándola en su regazo – Es un secreto, por favor no se lo digas a nadie.
— No le diré a nadie.
— Prometelo, si alguien sabe además de Konstantin me…
— ¿Por qué lo sabrá él?
— Porque es mi jefe y soy una buena pieza en el tablero – suspiro – Saldré con él en tres horas – miró su reloj – Y tú debes ir al hospital y ver a Konstantin.
— Está bien señora – sonrió divertido – Tendremos que hablar de esto y lo sabes.
— Lo sé – tomó su rostro entre sus manos – Pero antes debe acabar esto, quiero hacer esto bien. Por Nacho, por Konstantin y