Bárbara.
El castaño se sienta frente a mí esperando respuestas que ya sabía pero quería que se las confirmara de cierta manera.
Miro la maldita hoja del divorcio y yo juraba que estaba divorciada, no podía creer que todavía estaba esposada a Milán.
Lo miro y suspiro.
— ¿Ahora no te quieres divorciar? — pregunto esperanzada y niega.
— Si eres tú, no me importaría seguir casado, por algo me case contigo aunque ahora no lo recuerdo muy bien — se cruza de brazos haciendo que estés de vean más grandes.
— Pero te has comprometido con Violeta y en cualquier momento van a dar el anuncio, ¿No?
— Hablaré con ella, entenderá, de toda forma ya no siento cosas por ella desde que te vi — ruedo los ojos mirando a otro lado.
— Entiendo...
— Ahora que s&eacu