Bárbara.
— Debes decirle — responde Richell a mi pregunta, suspiro y termino de tomar mi jugo de arándanos, observo la hora en el reloj del comedor y me despido de ella.
Ya en el carro, prendo el motor y arranco a la empresa mientras sigo pensando en todo.
Me detengo en un semáforo y mi teléfono suena.
— ¿Abuela? — pregunto al ver quién me llamaba.
— Hola, hija, estoy ordenando unas cosas aquí en la casa y me encontré con algo que era de tu madre, ¿Podrías venir cuando salgas de tu trabajo? — un carro atrás empieza sonar la bocina sacándome de mi pequeño trance.
Conduzco y me detengo frente a un local.
— ¿Mamá dejó algo en tu casa? — pregunto desubicada — Pero... Pero si ella... Sus cosas y las de papá se quemaron junto a la casa...
—