Capítulo 7: Los ecos del pasado y la tormenta inminente
El tiempo en la mansión del Alpha se había convertido en una especie de sueño extraño para Agnes. Una semana se había transformado en dos, y luego en casi un mes, y la realidad de su nueva vida aún se sentía como un velo irreal. Los días en el sótano, marcados por el dolor y la desesperación, ahora parecían un recuerdo borroso, una pesadilla de la que había despertado, aunque las cicatrices físicas y emocionales permanecían, tenues pero persistentes. La contradicción de su existencia la abrumaba: de ser una prisionera invisible a la Luna de la manada más poderosa, todo por un lazo que ella aún no lograba comprender del todo.
Cada mañana, se despertaba en la opulencia de la habitación, el sol filtrándose por las cortinas de seda, pintando destellos dorados en el polvo que danzaba en el aire. Las sábanas, tan suaves y perfumadas, eran un abrazo reconfortante que la hacía sentir culpable de tanto placer. El aroma de las flores fresca