Capítulo 5: Una vieja amiga

Bastó estrechar la mano de Audrey James para recordar cuando su vida solía ser más sencilla y divertida, habían sido buenos amigos durante su época de secundaria y ahora, doce años después eran dos completos desconocidos.

-Escuché que te casaste-. Aquella fue la frase que capturó su atención y se sintió culpable por no haber escuchado nada de lo que había precedido a aquellas palabras.

-Así es, pero ella falleció en un accidente años atrás-. Le costó pronunciar aquello, sobre todo porque nada había sido real.

-Lo lamento tanto, no tenía idea, mi más sentido pésame-. Mencionó Audrey llena de culpa.

Tan pronto mencionó su matrimonio notó la expresión de desolación en el rostro de Sebastian, colocó su mano derecha sobre su hombro en señal de apoyo y al sentir la calidez que desprendía su piel no pudo evitar que se despertaran en ella sentimientos que creía olvidados.

-Descuida, no es algo que me guste recordar-. Esas palabras fueron totalmente honestas.

Sebastian luchaba cada día por borrar cada recuerdo junto a Katherine pero sus esfuerzos no habían valido la pena, apretó los puños en señal de frustración pero dejó de hacerlo casi de inmediato para que Audrey no lo notara.

Pero quizás no era tan buen actor como imaginaba ya que ella desvió rápidamente la mirada a su mano para luego hacer contacto visual.

-Ya veo, estoy pisando terreno peligroso, ¿Qué ha sido de ti en este tiempo?-. Audrey notó de inmediato lo incómodo que se sintió él al tocar el tema de su matrimonio.

Ella se mordió la lengua por instinto por su tendencia a ser inoportuna solía evitar conversar con tanta frecuencia, pero se trataba de Sebastian y al reconocerlo entre la gente del lugar no dudó ni un instante en acercarse a él.

-Decidí arriesgarme creando mi propia empresa de tecnología, quería hacer algo que en verdad me apasionara y estar detrás de un escritorio liderando la empresa familiar no estaba en mis planes-. Decidió hablar de un tema seguro, algo que pudiese redireccionar lejos del tópico que tanto trataba de evitar.

-Me alegra tanto que hayas salido de tu zona de confort, recuerdo que eras un genio tecnológico, no había nada que no pudieses resolver, aún recuerdo que nos cobrabas 30 dólares por cada arreglo, es algo que solo un Pratt haría-. Audrey sentía que hablaba de más pero contrario a la reacción que esperaba lo vio reírse y eso solo aumentó más su frecuencia cardíaca.

Hacía mucho que no escuchaba el lema familiar "Un Pratt nunca desaprovecha las oportunidades" y en su época de adolescente se lo había tomado bastante en serio, sus compañeros de escuela solían acudir a él cuando tenían algún problema con sus teléfonos o portátiles, él les daba una solución a cambio de un costo.

-Arreglé tu mp3 por un tercio de lo que te cobraría un profesional-. Dijo él en tono de broma, sentía por primera vez que sus músculos aligeraban la tensión y al fin disfrutaba de una compañía que lo hacía olvidarse de todo el caos que era su vida en ese momento.

-No tengo quejas del servicio, luego funcionó de las mil maravillas-. Mencionó la rubia tras unas cuantas carcajadas, estaba segura que su yo de diecisiete años jamás se habría que intercambiaría más de tres frases con él.

-Si mal no recuerdo hacías la misma cantidad de dinero que yo con la venta de tus paquetes de galletas, amabas tanto la repostería que no te imagino en algo más-. Sebas recordó las deliciosas galletas de chocolate blanco que solía comprarle.

-No lo creerías pero cambié los purines y galletas por atrapar a los chicos malos-. Esclareció ella, no lo culpaba era difícil pensar que la tímida y tranquila Audrey se dedicaría a una tarea que requiriera un temperamento de plomo.

-Jamás me habría imaginado que te convertirías en policía-. Dijo Sebas aún sin salir de su impresión.

-Ni yo, pero es un trabajo apasionante, no me arrepiento de haber cambiado los hornos por la placa-. Expresó Audrey, aunque no mencionó el detalle de la negativa de su padre ante la idea de que su brillante hija desperdiciara su potencial en la repostería por lo que sembró en ella distintas ideas hasta que ella optó por unirse al buró federal.

-Me alegra escucharlo, ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?-. Preguntó él, si no la estuviera viendo en ese preciso momento jamás creería que Ayrton James dejaría ir a su hija menor al lado opuesto del estado.

-A final de mes cumpliré mi sexto año sobreviviendo las infernales temperaturas de Santa Helena, por eso me cuesta tanto creer que estés aquí-. Dijo Audrey, ambos habían crecido disfrutando el húmedo y templado clima de Seven springs por lo que su tolerancia al calor era mínima.

-No entiendo como has podido aguantarlo, a la primera hora estar aquí ya me había arrepentido-. Aunque así sonara para Sebastian no era del todo una exageración, no había llevado nada que pudiese vestir cómodamente en una ciudad costera como aquella.

-Solo el amor podría hacer que alguien hiciese algo así-. Dijo Audrey, para ella nadie en su sano juicio podría elegir un lugar como aquel.

-El amor no es la única motivación, puede que en este momento esté evadiendo la justicia, ¿No te parece este el lugar idóneo? -. Sebastian contestó con el mismo tono de broma, estaban pisando un terreno peligroso y lo mejor era alejar toda sospecha que pudiese crear en la mente de Audrey.

-Nunca sospecharía que te esconderías aquí y no necesariamente por lo que crees, estamos hablando de ti Sebastian, eres prácticamente un libro abierto-.

De todo lo que había dicho Audrey aquellas últimas palabras hicieron eco en su cabeza, nunca tuvo la necesidad de ocultar nada porque sencillamente confiaba en la gente que lo rodeaba y fue justamente en ese instante en el que se dio cuenta que esa credulidad lo había convertido en la víctima perfecta para Katherine, sin embargo no sabía para qué fines ella lo utilizó tampoco tuvo la oportunidad de pensarlo mucho porque el timbre de su celular lo desconcentró.

"Tengo algo que te interesará saber, ven al punto de encuentro" leyó en la pantalla de su teléfono, su corazón empezó a latir con más fuerza y una media sonrisa apareció en su rostro, tomó por impulso la mano de Audrey y luego hizo contacto visual con ella.

-Ha surgido algo importante que debo resolver en este preciso momento, espero que nos mantengamos en contacto-. Le dijo con total honestidad, había disfrutado la cálida conversación que había mantenido con Audrey y esperaba recuperar la amistad que habían mantenido años atrás.

-Tienes mi número, avísame con anticipación si quieres que te prepare un pie de limón, espero no haber perdido el toque-. Ella sentía la boca seca mientras hablaba y solo le bastó sentir su mano alrededor de la suya.

-Por favor Audrey, es algo innato, hay cosas que nunca se olvidan-. Mencionó él señalando con la mirada el muro de escalar al que no había subido en años.-Un placer verte Audrey-. Se despidió finalmente para al fin soltar su mano.

-Hasta luego Sebastian, nos vemos pronto-. Expresó ella sonriente en respuesta.

Ambos tomaron caminos distintos, él se dirigió hacia la zona lateral del local que daba a la calle donde había dejado estacionado su vehículo, la emoción que lo recorría era tal que no le importaba esperar una eternidad hasta que los coches pasaran por ahí en plena hora pico, se adentró en su cadilac con rapidez y notó inmediatamente la presencia de Chuck a través del retrovisor.

Los minutos pasaban y el hombre seguía en silencio, esto solo lo impacientó aún más así que se dispuso a romper con el silencio.-¿Qué pasa? ¿Por qué te has quedado callado?-.

-Quería generar algo de tensión para hacerlo más interesante-. Dijo Chuck, no era un hombre que particularmente le gustaran las bromas pero estaba frente a un Pratt y estaba a punto de disfrutar cada parte de su venganza.

-Espero no decepcionarte porque aún no he logrado encontrar algo acerca de su pasado pero si tengo algo que te podría interesar de su presente-. Volvió hablar Chuck, no había sido del todo honesto por su puesto que había encontrado cosas sobre Katherine pero quería satisfacer su propia curiosidad sobre las motivaciones de aquella mujer antes de entregarle a Sebastian a una potencial aliada.

-No importa, es mejor que trabajar a ciegas-. Dijo Sebastian siendo conformista, al menos podría saber que planeaba ahora Katherine y ejercería en ella algo de presión.

Chuck le tendió un sobre y él lo sostuvo rápidamente para luego retirar el sello que mantenía el contenido en su interior, sacó de él unas cuantas imágenes y tuvo que detenerse a examinarlas para poder cerciorarse la veracidad de las mismas.2

-Debo admitir que tu chica es muy versátil, bailarina de ballet, cantante, instructora de yoga y una madre abnegada-. Habló Chuck disfrutando el dolor que percibía en los ojos de Sebastian mientras miraba una y otra vez las imágenes como si no creyera lo que estaba viendo.

"Es imposible que tengas una hija" Pensó Sebastian, por la edad de la niña intuía que pasaba de los seis años y en esa época aún estaban casados, nunca vio un signo que lo hiciese sospechar de un embarazo y a medida que miraba las fotos el nudo que sentía en su garganta no hacía si no empeorar el paso del aire hacia sus pulmones.

-Parecen tan reales que hasta a ti te han hecho dudar, pero tranquilo la niña que ves no existe y tu chica aquí se llama Carlie Owens-. Dijo Chuck una vez se hastió de ver como los puños de Sebastian se cerraban alrededor de las fotos.

-¿No son reales?-. No pudo evitar sentirse aliviado con la idea, pero ahora solo tenía más preguntas que antes.

-No, ella inscribió a su hija falsa en un campamento de verano que iniciará que finales de esta semana-. Explicó Chuck, lo que no había logrado era encontrar la razón por la que ella hacía todo eso.

-No estoy entendiendo nada, ¿Por qué ella haría algo así?-. Preguntó Sebastian lleno de confusión.

-No lo sé pero la última vez que la vi estaba en el parque Hudson y vigilaba al hombre de la última fotografía-. Respondió Chuck, no podía negar que también se sentía intrigado por las intenciones de Katherine.

"¿Con qué finalidad alguien podría generar una nueva identidad y crear tantas mentiras?" Pensó él y las posibles respuestas que llegaban a su mente era una peor que la anterior.

-Sebastian, sé que no has pedido mi opinión pero creo que ella está planeando asesinarlo-.

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