Lisa
Llegamos a nuestro destino; un lugar completamente alejado de todo. No se podía ver nada más que árboles y un edificio que parecía estar abandonado. En este lugar jamás nadie me encontraría. No podía aguantar mis lágrimas, el miedo y el desespero de salir de aquí.
—¿Qué es este lugar? — le pregunté, mi voz estaba temblorosa.—Será tu nuevo hogar de ahora en adelante. Espero te sientas cómoda—dijo en un tono sarcástico.—Por favor, déjame ir— le supliqué en lágrimas, y me encaró.—Deberías guardar silencio y esa súplica hacerla cuando te las pida, ahora no es entretenido—agarró mi brazo fuertemente, haciéndome bajar del auto.Me sujetaba con tanta fuerza, que mi brazo dolía.