Al colgar la llamada, Kanji me miró y le ordenó a sus hombres a salir de la habitación.
—¿Por qué no jugamos otro juego? —su mirada solo emitía un gran desprecio y odio hacia mí.Si este tipo de juegos continúa, me terminará matando.—Detente, ¡por favor! —mientras suplicaba, él se dirigió a la caja de metal que estaba en el suelo.Cuando la fue abriendo, comenzó a sacar varios tipos de bisturí colocándolos en orden en el suelo. Mi cuerpo sintió un ligero escalofrío. No sé lo que planea hacer con eso y no podía parar de temblar.—¿Qué vas a hacer con eso? — le pregunté nerviosa.—Dije que íbamos a jugar, ¿No es así?—¿Qué vas a cortar con eso?&mdas