Solo le pertenece a él

—No pensé que vendrías hoy a clases— me dijo Kanji.

—Sí, necesitaba despejar la mente un poco; además, tenemos un examen hoy y no podía faltar.

—¿Examen? —se veía preocupado.

—Déjame adivinar, ¿No estudiaste?

—La verdad es que no, no suelo estudiar—sonrió incómodo.

—Debes hacerlo o no podrás graduarte.

—Estudiar solo es aburrido—murmuró.

—Yo puedo enseñarte, pero hay un requisito por eso — sonreí.

—¿Cuál sería?

—Que pongas la comida— reí.

—No hay problema. Luego no te arrepientas— rio.

Los días en la escuela, a pesar de tener mi objetivo asegurado, eran cada vez más incomodos. Aún no p
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