Al día siguiente, desperté cara a cara a Akira. Estaba sujetado a mí sin soltarme. Parecía un niño mimado. Se ve tan lindo mientras duerme. Su rostro lucía tranquilo. Fueron muchas las emociones de anoche. No recuerdo ni cómo llegamos a la casa. Me solté de sus brazos para ir al baño, necesitaba tomar mis medicinas y desayunar. Al salir del baño, me encontré a Akira hablando por teléfono. Su rostro lucía molesto, a como estaba hace un momento. No quise escuchar su conversación y planeaba salir de la habitación, pero Akira me llamó.
—Lisa, no te vayas. Espérame un momento.—Está bien—me vestí y lo esperé.Al terminar la llamada me hizo una seña para que me acostara a su lado, así que lo hice.—¿Pasó algo, Akira? — pregunté preocupa