María ya se había arremangado las mangas y avanzó para propinarle una bofetada brutal al rostro seductor de Sara.
Su estado de ánimo había sido miserable todo el tiempo, y sacar esos repugnantes videos era como ponerle sal a la herida.
Sara se quedó atónita por un momento, pero pronto recuperó la compostura y retorció sus rasgos faciales para devolverle bofetadas...
María hábilmente esquivó el ataque, extendió la pierna izquierda y golpeó la rodilla de Sara. Con un sonido sordo, esta última cayó pesadamente al suelo, gritando como si estuviera matando cerdos de manera desgarradora. —¡Vas a morir, mujer vil, cómo te atreves a golpearme!
Con los ojos enrojecidos, María pisoteó la muñeca de Sara con firmeza, moviendo su pie hacia adelante y hacia atrás con fuerza, gritándole con voz ronca: —¿Fuiste tú quien reveló la ecografía de mi embarazo y el video de cuando te empujé?
Si no fuera por el estallido de este gran escándalo, no la habría abandonado su padre, no habría firmado ese acuerdo