Capítulo 27. Única y especial

Marcelo abrió los ojos y respiró el aroma del cabello de Alessandra, se había quedado dormido entre sus brazos y por primera vez desde que se quedaron en la misma habitación y en la misma cama, no hicieron el amor; sin embargo, se sentía bien así. No todo era sexo, con Alessandra conectaba con una simple mirada o una sonrisa.

Él estiró la mano y con la yema de sus dedos acarició el rostro prefecto de Alessandra, dibujó sus pómulos, sus ojos y por último sus labios, arrancando un gemido bajo de ella.

Marcelo sonrió.

—Eres tan perfecta, tan única y especial —susurró.

Alessandra se movió y acomodó mejor en los brazos de Marcelo, enterró la mejilla contra el pecho desnudo y atrapó su pierna entre las suyas.

Marcelo suspiró, miró la hora en el reloj de la mesa de noche, era de madrugada.

—Tengo que irme, cariño —le susurró en tono bajo.

—¿Ahora? —musitó ella medio dormida.

—Sí, tengo que pasar por casa antes de ir a la oficina. Tengo una reunión antes del mediodía, ¿te parece si comemos ju
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