Zahid llegó a los barrios bajos, todas las personas que se encontraban ahí lo vieron. Él contrastaba con aquel ambiente que, a pesar de ser lúgubre como el dragón del desierto, no eran ni siquiera comparados.
—No quiero que te arriesgues demasiado —su tío se acercó y lo miró con autoridad —si algo te llega a pasar, tu madre me va a despellejar vivo.
—Así que ahora su relación ya tiene ese nivel —Zahid sonrió con burla y con la ceja alzada —vaya, espero tan siquiera que puedas avisarme cuando se casen.
—Zahid, respecto a eso, yo…
—Suficiente, tío —él alzó la mano —en estos momentos lo que importa es encontrar a la loca que quiere hacerle daño a la mujer que puso en marcha mi corazón. Ya después veremos el asunto con mi madre, querido papito.
Zahid no le dio oportunidad a su tío para que hablara, simplemente se fue a buscar a los barrios bajos en compañía de varios agentes de la policía y sus guardaespaldas.
—Maldición —Anna miró a Zahid y se escondió —no, no me pueden descubrir.
Kenna