27. Aún no lo creo
No lo creo, sigo abrazando a mi pequeño. Me aferró a su cuerpecito con mis brazos. Siento que me mira asustado, esa es la única razón por la que logro apartarme un poco. Me pongo de pie, aprieto mis dientes y puños al dirigir mi vista a Adrián.
—Eres un maldito —digo en voz baja para que sólo él me pueda escuchar —como se atrevieron a llevarse a mi hijo sin mi consentimiento, ¿sabes todo lo que he sufrido?
Mis lagrimas corren de nuevo pero esta vez de coraje.
—No fui yo, fueron mis padres, ¿podemos hablar?
Cargo a mi pequeño en brazos no pienso soltarlo. Adrián frunce el ceño, ha cambiado mucho su aspecto, ahora es más alto y su espalda se ha ensanchado, su rostro ha madurado.
—No vine a pelear Judith, Jorge ha estado bien cuidado, no le ha faltado nada no se compara a la manera en que mis padres dijeron que tu lo tenías —bajo a mi hijo al suelo, para acercarme a él, como tengo ganas de propinarle un golpe.
—Si lo tenía así fue por tu culpa por que tú… tú me engañaste para llevarme a