20. Desayuno a besos

En una hora se empezaba a sentir un poquito más cómodo con ella apegada a su cuerpo. Aspiró su aroma, era delicioso. Desde que se había quedado allí tendida en el sofá con él, había procurado ser lo más normal posible, comentaba sobre lo que pasaba en el documental, aunque él no pudiera responderla con nada mejor que con monosílabos. Pero ahora se había quedado dormida, él acarició su muñeca que hasta entonces tenía rodeada.

—Sídney. —le susurró al oído, pero no obtuvo respuesta.

Insistiría, pero sabía lo que quería ella. Ya lo había hecho antes en algún momento, no podía ser tan difícil.

En minutos la tenía ya entre sus brazos como la primera vez, pero con la diferencia de que ahora lo hacía consciente, ella solo estaba dormida y no desmayada. Se quedó de
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