Era un nuevo día y Sídney estaba haciendo la maleta, se iba a ir a vivir con Daniel, ahora estaba siendo consciente de todo lo que pasaba. Lo de anoche no había sido ningún sueño.
Apareció Carla por la puerta. Se quedó mirando a su hija en el umbral, le estaba sonriendo.—¿Quién lo diría? Te has enamorado y pronto te casarás, es increíble.Se acercó a Sídney y se sentó en la cama junto a ella.—¿Estás segura de que quieres esto? ¿No es un poco precipitado?—No mamá. —intentó tranquilizarla—Está todo bien y es lo que quiero.—Me alegro mucho por ti y tu padre también. —le acarició el hombro. —Espero que seas muy feliz, te lo mereces.—Gracias mamá. —se apoyó contra ella. Llamaron a la puerta.—Iré a abrir yo. —dijo Carla, le dio un beso en la frente a su hija y salió de su cuarto.Sídney cerró la maleta, estaba ya todo listo; tampoco era para llevarse todo, por si acaso. Solo una maleta y una bolsa con todo lo necesario.—Cariño, mira quién