5

Alexei Voronin

Alina lleva una hora de retraso, hoy es su día libre y me dijo que llegaba a las cinco. Son las seis.

Odio que me hagan esperar, nadie me hace esperar. ¿Quién se cree que es ella para creer que puede hacerme esperar?

Está mujer es insoportable.

— Cálmate Alexei, no puedes someterte a mucho estrés recuerda.

— Si lo sé, ¿pero porque tarda tanto en llegar? — nunca me había sentido tan ansioso.

— A lo mejor se le presentó una situación, no entiendo porque te preocupa tanto que no llegue.

Y yo tampoco lo entiendo, este tipo de emociones nunca me dominan, pero ahora estoy cayendo bajo el poder de la ansiedad. Desde que llame al hospital preguntando si hoy era su día libre y me dijeron que sí, estoy en este estado. Una hora después me escribió diciéndome que venía.

No tengo idea de cómo consiguió mi número.

Unos golpes en la puerta me sacan del trance, debe ser ella. Camino hacia la puerta y la abro sin dar tiempo a que vuelva a tocar.

— Llegas tarde Klara

— Tuve un contratiempo y no me digas Klara.

— Solo pasa.

Cuando entra se queda mirando todo lo que hay en el interior.

— Si que te crees hijo de un Rey.

— Lo soy Klara.

Arruga el ceño al decir su apellido, pero lo deja pasar.

— ¿Enserio? El apellido Voronin no sale en ninguna parte de la monarquía.

— No es ese tipo de realeza.

— ¿Entonces según tu cuál es?

¡Pero porque está mujer es tan exasperante!

— ¿No te cansas de ser así?

— ¿Así como?

— Estar todo el tiempo a la defensiva.

— No estoy a la defensiva.

— Claro y tus ojos no son hipnotizantes.

— No lo son.

— Bien Klara tu ganas, no lo son. Vamos a mi oficina para que me revises.

Me sigue en silencio observando todo a su alrededor, por fin esa boquita tan linda que tiene se calla.

Entramos a mi oficina, es donde hago todos mis tratos, negocios, también e asesinado personas aquí, pero no era la gran cosa.

La habitación solo tiene colores sombríos, no me gustan los colores brillantes, hay un escritorio de madera oscura al fondo. Hay estantes, donde hay piezas de valor y hasta armas antiguas. Me encanta coleccionar.

— Esto es hermoso.

No puedo evitar la sonrisa que se forma en mi rostro. Tenía muy buen gusto.

— Supongo que sí.

Seguimos un rato en silencio, hasta que hablo.

— ¿Dónde me pongo?

Señala uno de los muebles negros y tomo asiento en el.

— Si noto alguna anomalía en los latidos de tú corazón, volverás de inmediato al hospital ¿entendido?

— Si.

— Bien, quítate la camisa.

— ¿No me invitaras un trago antes?— la mirada que me hecha podría haberme asustado si no hubiera vivido cosas peores, pero solo logra hacerme reír.

— No puedes beber, eso te pondría en condiciones críticas.

— Lo sé, me lo dijiste mil veces antes de irme del hospital.

— Bien, ahora quítate la camisa.

Esta vez lo hago sin rechistar, me encantaba molestarla, pero ahora mismo parecía no estar de muy buen humor.

El maletín — que no sabía que llevaba hasta ahora — lo pone en el asiento y de el saca un estetoscopio.

— Voy a escuchar tú corazón, necesito que no hables, ni te muevas.

Se acerca tanto a mí, hasta el punto que puedo oler su cabello.

Frutas

Es una combinación de frutas a lo que huele. Me pregunto...

Acercó mi nariz a su cuello, cuidando no hacer ningún movimiento fuerte y cuando llego a mi destino me sorprendo.

Flores y tierra mojada.

Me encanta como huele la tierra mojada, las flores no me gusta verlas mucho por sus colores, pero me encanta el olor en ella.

— ¿Que haces? — dice de repente Alina sacándome de mis pensamientos.

— Nada, creí haberte visto algo en el cabello.

— Claro — se aleja por completo de mí y admito que tenerla cerca unos segundo fue agradable — Tú corazón está bien, los latidos son estables y se escucha fuerte. Debes seguir tomando tus medicinas al pie de la letra, nada de alcohol, nada de ejercicio y nada de emociones fuertes. Y la más mínima molestia que tengas, llámame o ve al hospital de emergencia.

— ¿Eso es todo? — pregunto al ver qué recoge sus cosas.

— Si. Solo necesitaba saber si tú corazón estaba trabajando bien y lo esta haciendo. Sin duda es un milagro que sigas vivo, así que no desperdicies esta segunda oportunidad que te dieron.

¿Una segunda oportunidad? Para que me la darían, el mundo sin duda estaría mejor sin mí.

— ¿Alguna duda? — pregunta al ver que me quedo en silencio.

— ¿Que tienes? — pregunto sin pensar.

Alina es una persona fácil de leer, además de que los ojos son la puerta para ver el alma. Y los ojos de Alina solo tienen el reflejo de algo, dolor.

— ¿De que hablas?

— Algo te tiene angustiada, puedo verlo Klara.

— No sé de que hablas y aunque lo hubiera no es tu maldito problema. Eres mi paciente, no mi terapeuta.

Cuando estoy a punto de contestar con algo para nada amable, mi padre entra en la habitación.

— Señorita Klara, un gusto verla— Klara le sonríe, aunque está no le llega a los ojos.

— Señor Voronin.

Con que ya sabe que es mi padre, alguien a estado investigando sobre mí.

— ¿Cómo se encuentra Alexei? ¿Todo en orden?

— Todo perfecto, solo asegúrese que tome sus medicamentos y cuide de no exponerse a emociones fuertes. O donde se requiera un exceso de fuerza.

— Estaré al pendiente. ¿Algo más?

— No, eso es todo — termina de recoger sus cosas y se dispone a irse — Señores Voronin, nos vemos en dos días — Y con eso se va.

Estoy seguro que su estancia aquí, no fue ni de media hora. Algo sin duda la tiene preocupada y voy averiguar el que.

— Dimitri — detengo a mi padre antes de que se retire de la habitación.

— ¿Si?

— Si me dices que no a lo que diré a continuación, igualmente lo hare. Pero solo lo hago para que tengas conocimiento.

— Bien.

— Quiero que investigues a Klara, quiero saber todo de ella. Aunque si tú no lo haces encontrare quien lo haga, me sobra gente que trabaje para mí.

— ¿Con que fin quieres investigarla? Ella no es más que tu doctora.

— Solo quiero conocer a la persona que esta al pendiente de mi salud, quien me salvo la vida.

Dimitri suspira sabiendo que no me rindo fácilmente, porque cuando quiero algo, siempre lo obtengo.

— Bien, pero que esto no se te escape de las manos Alexei.

— No lo hará.

Ella no se me escapara de las manos.

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