— Hace unos días me encontré con Leomar ¿lo recuerdas? — Giró la cabeza para mirarme y fijo nuevamente su atención en la carretera. —.
— ¿Leomar? ¿el caos de la clase? cómo olvidar a ese necio.
— Jajajajaja sí ese mismo, el irremediable. Te enteraste que luego de haber negado y rechazado que se iba a enamorar terminó casado con la hija del profesor Raúl.
— ¿Espera? ¿qué? Se caso con Yeny ¿Cómo es posible? Si los dos se odiaban a muerte y Leomar ni en sus sueños la miraba.
— Conocerás el famosísimo refrán que dice del odio al amor hay un pequeño paso. Yo quedé sin palabras cuando lo escuché salir de su boca y entre en shock cuando me mostró la fotografía de sus dos hijos.
— Yo agregaría que del amor al odio también hay un pequeño paso. Me alegra por ellos quien se iba imaginar que dos personas que no tenían nada en común terminarán uniéndose.
— La vida es sorprendente ¿Cierto?. Ayer no se me pasaba por la cabeza cruzarme contigo, hoy te encuentro y me ofrezco llevarte a casa.