Marco golpeó la puerta de mi habitación pronunciando mi nombre.
—¿Qué? —pregunté, un poco molesto por la interrupción de mi silencio.
Después de la charla con Derek, simplemente me fui a mi cuarto, algo sorprendido de que no peleáramos por el asunto de mi madre. Era un alivio saber que las cosas entre él y yo tal vez estaban un poco mejor, pero a mi orgullo le dolía no haberse resistido lo suficiente como para callar a Derek y pedirle que ya no fuese capaz de hablarme al respecto. Siento que esta vez fui más sensible en la charla y que estaba torciendo el brazo y no me gustaba. No estaba acostumbrado y eso me causaba incomodidad.
Me senté, entonces, sobre