—¿Demetrius?
Demian dio un traspié
—¿Te sientes bien? —preguntó Alana con desconcierto ante su actitud.
—Sí, iré al auto por medicamento, vayan adentro.
Alana asintió, tomó las manos de las pequeñas y las llevó adentro, mientras les pidió que no comieran chocolates.
Demian aprovechó que ellas se fueron y salió de ahí a toda prisa.
Corrió y se metió en su coche en el asiento de copiloto.
—¿Qué ha pasado? ¿Te han pillado? —exclamó Aisha
—Vámonos de aquí —dijo él, y la chica encendió el auto y manejó, alejándose del lugar.
Demetrius no dejaba de gritar, hasta que, por fin, un mesero que pasaba por ese lugar logró escuchar un grito, quitó el pasador, y la puerta se abrió, ¡Tremendo susto se llevó!
—¡¿Qué demonios?! ¿Por qué me han encerrado?
—¿Qué dice, señor? Lo siento, no vi a nadie, ni escuché nada, solo su grito.
Demetrius estaba verdaderamente enfurecido, se arregló el saco del esmoquin, respiró profundo y caminó para volver al evento.
Al salir al salón encontró a su espo