Toma la llave de su McLaren 540c y se va rumbo a su empresa; Sokolov Jewelry. Negocio familiar que él sacó de la quiebra.
Adrián es calculador, sincero, inteligente, sexy y soltero. 30 años y no tiene una relación sería. Cuando necesita sasear sus deseos va a ese lugar donde su primo lo llevó aquella vez. Nunca folla con la misma, lo que menos quiere es que se aferren a él. Todo lo hace con la luz oscura y en un apartamento que tiene alquilado lejos de su vida de millonario y empresario.
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—¿Estás segura de trabajar aquí? —pregunta Nancy a su mejor amiga. Mirando sus manos temblorosas.
—Si, lo estoy. Debo reunir el dinero cuanto antes, sabes que hago esto por mi madre y mi hija —contesta mirando sus manos entrelazadas sobre su regazo.
—De acuerdo, todo saldrá bien, y recuerda que cuentas conmigo para lo que sea, Marie —dice Nancy abrazándola.
Marie sigue siendo la misma persona físicamente, pero emocionalmente no. Es buena madre, buena hija, pero fría con los demás. Sus ojos perdieron ese brillo angelical cuándo su relación se convirtió en un infierno. Ahora debe trabajar extra, cuidar animales, vender helados y tal vez vender su cuerpo.
Se levanta y con pasos lentos se va a la veterinaria, en donde baña los perros y da de comer a los animales. Es un trabajo de medio tiempo y del cual no se avergüenza.
Ella cree en los cuentos de hadas, en las historias sin final, en el amor verdadero, pero para otras personas; no para ella.