Livy Clark
Apreté a mi hija en mis brazos mientras observaba a Daren ser retirado esposado. Nunca pensé que vería algo así en mi vida. Había tocado mis tobillos mientras lo arrastraban, y la mala sensación de esas manos aún no se había ido.
Maila me miró con crueldad y frialdad. Sabía que eso era una forma de amenazarme. Incluso sin tocarme, eso me afectó. Todavía podía recordar cómo todos se habían reído de mí a mis espaldas y lo doloroso que fue descubrir que siempre fui motivo de burlas.
– Vamos... – Juan ni siquiera parecía estar viendo toda esa escena caótica. Simplemente, agarró mi mano y me llevó fuera del enorme edificio. – Tenemos que celebrar. Ahora eres heredera.
– Juan... No tengo ánimo.
Se giró hacia mí. Su semblante estaba serio y desafiante. Podría jurar que quería seducirme, por la manera sigilosa en que caminó hacia mí, levantando lentamente su dedo índice. – Mira, sé que está siendo muy difícil. Pero ahora eres rica. Si crees que te humillaron hoy, humíllalos de