El almuerzo termina en conversaciones más agradables o más bien, entretenidas al punto de olvidar que él es mi captor. Porque con Augustus Javier, es distinto. Él apenas se está relacionando conmigo y lo que me habla, no es sobre lo que harán con mi hijo, sino, lo que él ha hecho en su vida. Una que es bastante entretenida.
— Entonces, te han colocado bastante metal, ¿no es así? — digo sonriente.
— Después del accidente, perdí un brazo, el cual, fue reemplazado por una prótesis bastante costosa y cómoda, debo decir.
— Eso es agradable.
— Lo es. Pesa menos que mi brazo y es más útil.
— ¿Más útil?
— Puedo hacerme frágil con las mujeres demasiado rudas y con mi pasado, comienza a consentirme.
— Pensé que te gustaban las mujeres rudas. — comento mirando atentamente sus acciones.
— Me gustan frías. Que no estén pendiente de mi dinero, es algo importante. A mí no me gustan las mujeres que se pegan a uno por tener algo mejor.
— Al parecer, los primos comparten gustos. Solo falta que te gu