Pero al abrir la puerta, se encontró inesperadamente con Rayan, vestido con una camisa blanca ajustada y pantalones deportivos.
—Paola, vine a darte las gracias por lo de ayer —dijo Rayan.
Paola solo asintió. No tenía fuerzas para hablar.
—Adiós.
Cuando estaba a punto de cerrarle la puerta, Rayan la