De inmediato, Martha le comunicó todo lo que acababa de pasar a su madre, Edith.
—Esa perra no debe llevarse a los niños. Tu padre y yo estaremos en tu casa pronto —aseguró Edith antes de colgar la llamada.
Paola no se inmutó en absoluto. Unos minutos más tarde, varios soldados entraron y, al verla,