De pronto, la apartó de la cama y la jaló hacia él con firmeza, rodeándola con un brazo alrededor de la cintura. Su proximidad era abrumadora; podía sentir su respiración y el latido frenético de su propio corazón.
—¿Qué es lo que quieres de mí, Paola? —inquirió con frialdad, su mirada fija en ella