Al llegar, vio a Dereck jugando a la pelota con sus hijos en el jardín. Su rostro estaba iluminado por una sonrisa genuina, lleno de vida y energía.
—¡Hola!— gritó uno de los niños al verla.
Los pequeños corrieron hacia ella emocionados, abrazándola con entusiasmo antes de dirigirse a inspeccionar s