Capítulo 28
—¡Jimena, no te pases! —Serafín gritó furiosamente.

Jimena le lanzó una ojeada y replicó con indiferencia: —¿Cómo se merece llamar reto si no es estimulante?

Tras eso, movió la muñeca y le sonrió, aparentando ser muy ingenua.

Serafín arrugó el ceño con fuerza, apretando lentamente el puño derecho. Rara vez interactuaba con Jimena en otros tiempos, ¡pero hoy había conocido lo irracional que podía ser la hija de los López!

—Yo acepto.

Mariana dio un paso al frente, parándose frente a Jimena y mirándola fijamente a los ojos.

—Mari, puedes negarte —recordó Serafín en voz baja.

Mariana sacudió la cabeza. No era alguien que temiera a los problemas, y ya que había aceptado, debía seguir adelante.

—Es sólo un beso, ¿de qué hay que tener miedo? No es como si nunca hubiera besado a nadie —dijo despreocupadamente, aunque sus palabras parecían tener un doble sentido.

Walter, con el ceño fruncido y el rostro sombrío, reflexionaba sobre lo que ella quería decir con eso.

—Mariana —la llamó de repente
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