Cuando Milena vio entrar a Mariana en el departamento, se acercó y le dijo: —Hoy vas a seguir conmigo a la clínica.
Al escuchar eso, Jimena caminó rápidamente y, con un tono meloso, preguntó: —Directora, ¿puedo acompañarlas hoy? ¡También quiero aprender!
Milena parpadeó y la miró sorprendida. Esa chica normalmente era bastante perezosa, ¿por qué hoy estaba tan entusiasta?
Pero no le dio mucha importancia, pues tener a una persona más o menos no hacía diferencia para ella. —Está bien, entonces irán las dos.
Mariana rodó los ojos y refunfuñó en voz baja: —¿Por qué eres como un chicle que no se despega?
—¡Hmpf! ¿No serás tú la que no se despega? ¡Yo llegué primero a cardiología! —replicó Jimena desafiante.
—Escucha, más vale que mantengas un perfil bajo. No olvides a quién reemplazaste para entrar a la escuela de medicina.
Jimena se quedó atónita, momentáneamente sin palabras.
—Si me haces enojar, haré que tu título sea inválido —amenazó Mariana, asegurándose de que cada palabra sonara cl