La luz suave de la mañana caía delicadamente sobre Yolanda. Jacob la miraba varias veces, y justo en ese momento, ella levantó la vista y sus miradas se encontraron. Yolanda parpadeó.
—¿Hmm?
Jacob se sintió atrapado al ser descubierto espiando; la luz iluminaba su rostro de una manera tan suave y hermosa que le costó desviar la mirada.
Yolanda mordió ligeramente su labio al darse cuenta de que había distraído a Jacob. —¿Te importa prestar atención a la carretera?
Jacob volvió a la realidad, miró hacia adelante, y su corazón dio un pequeño salto. Su pulso se aceleró.
Maldita sea... Yolanda era realmente hermosa. Prefería verla en su estado relajado que bajo las luces brillantes.
Sentía que nada en el mundo se comparaba a ella.
Quería conquistarla. Y tenía que hacerlo.
Esa idea se volvió especialmente firme en ese instante.
—Solo intento concentrarme en la carretera, pero la belleza es demasiado cautivadora —Jacob reflexionó.
Yolanda soltó una risita.
—Señor Díaz, ¿te interesaría escribi