Mariana miró varias veces hacia atrás y vio que él solo la seguía a una distancia prudente de unos dos metros.
—¿Por qué sigues detrás de mí? ¿Te da vergüenza caminar a mi lado? —Mariana no podía entender por qué él de repente se había vuelto tan torpe, como si ella estuviera tratando de distanciarse de él.
Walter se sintió avergonzado una vez más por las palabras de Mariana.
Durante todos esos años en que ella lo había seguido en silencio, nunca se le había ocurrido pedirle que caminara a su lado. Quizás por eso ella solo se atrevía a estar detrás de él.
En medio del silencio, Walter de repente preguntó: —¿Quieres un helado?
Fue entonces cuando Mariana vio una heladería a su lado. Al principio pensó en negarse, pero al ver la expresión ansiosa de Walter, asintió.
Está bien, le daré una oportunidad para que se luzca. Las mujeres son así, siempre comprensivas y suaves. Pero los hombres no lo son.
Walter no era amante de los dulces, pero ese día, de manera inusual, compró dos: uno para M