Mariana lanzó una mirada cautelosa a Jimena.
Jimena arqueó una ceja: —No voy a hacerte nada, esto es una fiesta, hay gente por todas partes.
Mariana se encogió de hombros, no tenía miedo.
Mariana y Jimena tomaron asiento juntas.
Jacob, bebiendo, observaba el paisaje desde un costado, echando de vez en cuando un vistazo a las dos mujeres.
Jimena se sentó frente a Mariana, con los brazos cruzados, con aire de gran dama.
Mariana se reclinó en el respaldo de la silla, con elegancia y serenidad.
Su atuendo de hoy era mucho más elegante y atractivo que el de Jimena, y sumado a la belleza de Mariana, quedaban en una clara desventaja.
Pero a Jimena ya no le importaba eso.
Silencio.
Jimena fue la primera en hablar: —Quería hablarte del secuestro de Walter.
Mariana se quedó por un momento perpleja.
Porque en todos estos años, nunca había hablado de ese asunto con Jimena.
Jimena le preguntó a Mariana con una sonrisa: —¿Es que durante estos años no has hablado con Walter sobre cómo lo rescataste?