Capítulo 42

Saco de mi bolsillo las tarjetas negras con letras doradas.

—En realidad, tú y yo sí asistiremos. Tengo dos pases y la llave de la habitación del hotel.

—¡Maldito pendejo! —se emociona Roger.

—Los desfiles de moda me dan sueño, no obstante, podemos pedir lo que queramos a la habitación.

—¿Tiene piscina?

—Y jacuzzi —le digo a mi buen amigo, que pega un brinco de la emoción.

—¿En serio?

—También podemos disfrutar de las salas de spa, masajes y sauna.

—¿Y Milena?

—Que vaya sola si quiere, estoy seguro de que encontrará la manera de asistir para perseguirme.

—Está segura de que no irás, podemos aprovechar el momento y ver qué es lo que hace. Sabes que una infidelidad sería un buen motivo para romper sin que te critiquen.

—Me gusta la idea, pero no quiero estar pendiente de ella. Quiero divertirme, y si el destino quiere echarme una manito y podamos obtener algo, bienvenido sea.

—¿Y desde cuando podemos gozar de los magníficos beneficios de esas invitaciones?

—Lo que dure el evento. Empiez
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