Gera estaba despertándose, escuchó el sonido del agua en el baño, caminó hasta allí y entró.
—¿Ya te tienes que ir a trabajar? —le preguntó a Tomás.
—Sí, yo no tengo el privilegio de llegar a la hora que quiera al trabajo como tú —terminó de quitarse el jabón en todo su cuerpo.
En ese momento Gera entró y lo abrazó por la espalda.
—Me gustaría quedarme más tiempo contigo, así, los dos arrunchados dejando que pasen las horas, solo tú y yo —Gera dejó salir una pequeña risa traviesa.
—Pero no se puede, tengo cosas que hacer —Tomás hizo que Gera lo dejara de abrazar.
—Hoy voy a preparar una cena, te espero a las ocho, no vayas a faltar —informó. Tomás volteó a verla—. Estoy hablando en serio, prepararé