Santiago estaba sentado en frente de su hermana Keidys, ella hablaba por teléfono sobre el escándalo que hubo por su desmayo, al parecer ya todo lo estaban arreglando y la prensa poco a poco apagaba el fuego.
Santiago dejó salir un suspiro, entró a la casa en busca de algo para comer.
—Alejandra… Que no lo he visto, lo más seguro es que está en su estúpido restaurante que acabó de abrir. A todas estas ¿para qué quieres hablar con él? —se escuchó la voz de Gera.
—Tengo un asunto pendiente con él, no vayas a pensar cosas malas ahora —esa era la voz de Alejandra.
—Claro que no, ni que fuera celosa —replicó Gera.
Las muchachas se sorprendieron cuando entraron en la cocina y encontraron a Santiago allí comiendo un pedazo de sandía.
—¿Qué? —inquirió el muchacho—, ¿quieren un pedazo?
—Cada vez que llego a esta casa te encuentro comiendo, ¿es que no sabes hacer otra cosa? —Gera hizo un gesto de desagrado.
—Es la casa de mi hermana, pue