Perspectiva de Scarlett
Siento un calor que me tranquiliza.
Nunca entendí por qué en las películas le dan una manta naranja a las víctimas, aunque no estén mojadas. Ahora lo sé. En el shock, una manta hace magia, y calma los nervios rotos.
Pero tras la calma llega la vergüenza.
Me abrazo las rodillas en la parte trasera de la ambulancia, sintiendo mi rostro arder.
¿Qué acabo de hacer?
¡Lloré y me acurruqué en los brazos de un hombre casi desconocido! ¿Cómo podré mirar a la cara a mi jefe a partir de hoy?
¿Puedo renunciar ahora mismo...?
"Aquí,"
Una taza tibia roza mi mejilla. Alzo la vista sobresaltada y encuentro la sonrisa de Adrián. Traía un vaso de leche caliente.
¿Cómo consiguió la leche aquí?
Murmurando unas gracias, tomo el vaso y bajo la mirada. No tengo coraje para mirarlo a los ojos... pero noto el temblor leve en sus brazos.
"Perdón por esto," señalo su manos temblorosas. "Debí bajar sola."
Adrián observa sus propias manos, luego suelta una risa autocrítica: "Me