Si fuera inteligente, nunca volvería a hablar con ese hombre.
Debió haberlo maldecido en el momento en que lo vio frente a la habitación. Debió haberlo mordido, arañado, pateado y usado cualquier otro medio necesario para expulsar a ese demonio de su vida. Pero no lo hizo, sino que le permitió persuadirla para que se quedara en la habitación, con él.
Todo porque él dijo: "Silco te tendió una trampa".
Se estaba quedando por Silco, se dijo Scarlett a sí misma, observando al hombre frente a ella con una desconfianza evidente.
—¿Y bien? —Scarlett instó al hombre, que pasaba el dedo alrededor de una de las copas que había traído con una sonrisa significativa—. ¿Necesitas vino para inventar mentiras que incriminen a Silco?
Sebastián miró a los ojos de Scarlett, como si buscara algo. Conocía demasiado bien a esa mujer como para no notar el genuino interés en sus ojos por Silco. Había una razón por la que Lilith se preocuparía por Silco, y ahora lo veía...
La mayor debilidad de Scarlett eran l