Llegaron a una casa sencilla con el color de las paredes descoloridas y un portón grande muy oxidado los recibieron unos perros ladrando al escuchar el sonido del Hummer, Dante se bajó y tocó la puerta, abrió la puerta un hombre mayor
— Luis como estas, viejito —dijo alegre Dante.
— Como está muchacho, cuanto tiempo sin visitarnos.
— Sí, más o menos, pero el buen hijo vuelve a casa, vengo con unos amigos ¿Puedo guardar mi camioneta aquí?
— Seguro pasen adelante, ya te abro el portón —Pablo y las chicas entraron a la casa mientras el anciano iba abrir el portón para Dante.
— Mijo esto no es una camioneta es un tanque.
— Casi, pero no es anfibio y no puedo llegar a Isla Larga en él.
— No se preocupe déjelo aquí, si quiere déjeme la llave para darle una vue