Conforme pasaron algunas horas, Eros y Abby se encontraban apretujados sobre una cama revuelta, la rubia era abrazada por su amante de una manera posesiva y eso le encantaba. Cuando estaba al lado de Eros se sentía muy bien, completa y llena de vida.
—Dime una cosa, ¿Por qué regresaste?
—Quería verte.
—Parecías que te ibas.
—Lo iba hacer, solo vine a…
—¿A qué? —Lo mira de reojo.
—No voy a volver a regresar.
—¿Qué dices? ¿Por qué? —Ella se gira quedando frente de él.
—Porque no pertenezco a este mundo, el venir aquí me quita fuerzas. En mi mundo soy muy poderoso Abby pero aquí no.
Lo que decía tenia lógica, Eros no era de ese mundo y el que estuviera en el seguramente estaba prohibido para el mundo de Eros. Posiblemente esa era la raz&oacut