Todos estos años me había dedicado en cuerpo y alma a la familia de Mariano. Trabajaba sin descanso para mejorar nuestras vidas, y después de horas extras aún cocinaba para todos. Siempre tensa, temiendo cometer errores en el trabajo o descuidar a la familia.
Las advertencias de mis padres resonaban en mi mente – todo esto era resultado de mi amor ciego de entonces. Desde este momento, viviría solo para mí misma.
Calculando el tiempo, sus vacaciones en la playa debían haber terminado. ¡Solo imaginar sus caras al ver mi "regalo" me emocionaba!
Sonó mi teléfono, un número desconocido. Al contestar, escuché la voz furiosa de Mariano:
—¡Valeria! ¿Qué significa esto de cambiar las cerraduras? Si no querías venir, lo hubieras dicho antes.
—Exacto, no quiero continuar. Ya envié todas sus pertenencias a casa.
—Vuelve a casa, discúlpate con todos, invítanos a cenar y reembolsa los gastos del viaje. Así terminamos esto, ¡o te arrepentirás!
Me reí. —¿No dijiste que se acabó? ¿Por qué debería disc