Mateo tenía demasiado tiempo sin saber nada de Erika, ya casi había olvidado con era su voz, se mintió así mismo camino a la casa, que de nuevo estaba sola y sombría. Miró al cielo, esa noche llovería y probablemente lo haría también toda la semana. Dejó el carro donde solía aparcarlo y entró a la casa dejando los zapatos afuera y se desnudó en medio de la casa ¿Qué más daba? No había más nadie allí, así que tomó la ropa y la dobló poniéndola encima del sofá, ese día en particular quería tomar un trago de su reserva especial.
Pensar en ella le dolía en el pecho, y no porque de la noche a la mañana se sintiera enamorado, sino porque sentía que ella estaba completamente desperdiciándose con el tipo aquel que no le paraba bola. La había escuchado miles de veces sien