Asentí y posé mis manos sobre las suyas, lentamente terminé de quitarme el vestido, di la vuelta y besándolo me subí sobre él tirándolo de espaldas en la cama, me senté de nuevo y empecé a desabrochar cada botón de su camisa, al quitársela pasé mi dedo por su pecho, para luego enredar mis manos en su cuello y enterrar mis dedos en su cabello.
Pronto toda la ropa sobrante estaba desperdigada en diferentes lugares del suelo de mi habitación y todo lo dulce y lento se había convertido en algo ardiente y apresurado.
Su pecho rígido contra el mío, las respiraciones aceleradas de los dos, todo en él se veía malo y atrevido excepto su rostro, sus ojos me miraban con ternura, directamente a mis pupilas, de pronto su rostro decayó y me dijo de forma entrecortada.
- Bonita, no quiero perderte -
En ese momento lo supe perfectamente, yo tampoco quería perderlo.
Sonreí con dulzura y le dije, también con mi respiración irregular