El temblor en la tierra se intensificó, y de las sombras surgieron figuras que se movían con precisión casi militar, los emisarios de los tres clanes. Sus ojos brillaban con intenciones desconocidas, y el aire parecía cargado de promesas de guerra y traición.
Ciel se incorporó lentamente, con Ian sosteniéndola aún, y su mirada se volvió un faro de desafío hacia todos los presentes.
—Si creen que voy a dejar que me controlen… están equivocados —dijo, con la voz firme a pesar del miedo que aún la recorría. Un hilo de luz dorada pareció irradiar de su cuerpo, mezclándose con el halo sobrenatural que la rodeaba.
Jordan frunció el ceño, su sonrisa cargada de malicia.
—Ah, sí… el Eclipse ha despertado. Pero cuidado, hermana… el poder que llevas dentro no es solo tuyo. Es la llave y la prisión de muchos.
Leonardo, respirando con dificultad, avanzó un paso, apoyándose en su bastón improvisado.
—Ella es mi hija. No tu experimento, ni tu arma, ni tu reina. Ciel, recuerda quién eres, no quién qu