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Avanzo justo después del último punto donde lo dejamos.)

El aire alrededor de Ciel seguía vibrando como si el mundo entero contuviera la respiración. La energía híbrida chispeaba, ondulando a su alrededor con destellos dorados y carmesí que se enroscaban entre sí como serpientes luchando por dominar.

Ian seguía sosteniéndola, aunque cada segundo el vínculo recién formado amenazaba con arrancarle la fuerza. Sentía su pecho arder, sus venas tensarse, su pulso acelerarse para igualar el de ella.

Jordan llegó hasta ellos, pero se detuvo en seco al sentir la presión de la energía.

—¡No pueden mantenerse así! —gritó, usando el brazo para cubrirse del viento—. ¡Los va a consumir!

—¡No lo sueltes! —rugió Leonardo, con la voz quebrada por la tensión y el miedo—. ¡Si la dejas, su cuerpo va a colapsar!

Ian apretó más a Ciel contra él.

—No la voy a soltar —jadeó—. Pase lo que pase.

Ciel abrió los ojos con un esfuerzo visible. El iris dividido brillaba con un resplandor inquietante.

—Ian… —su voz
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