Por Edgardo
Por supuesto que no desconfiaba de Evangelina, ya aprendí la lección.
Me siento un miserable.
-¿Es por mi culpa?
Le pregunto y me refiero a que el embarazo de Evi está en riesgo.
Ingrid me mira entre enojada y sarcástica.
No entiendo como no está preocupada por su amiga.
-Está estresada y vos tuviste bastante que ver, porque no la acompañaste.
-Sí, la acompañé.
-No, la tendrías que haber defendido cuando viste que Sergio la estaba besando, aunque sea lo tendrías que haber agarrado a trompadas porque estaba besando a tu mujer.
-¿No entendés que creí que ella lo había elegido?
-¿Sos idiota?
Ahora sí, está furiosa conmigo.
-Aprendé a pelear por lo tuyo.
-Hace años que lo hago.
-El último año derrapaste mal.
-Es verdad.
Le digo y estoy avergonzado de mi comportamiento, tuve un año espantoso, una época gris, sin sol, arrastrándome por mis propios fantasmas.
-El viernes, en el colegio, la dejaste sola, el sábado, por poco te vas con una del evento.
-¡No! ¡Te juro que no es así!