Mientras más miraba a Alicia, más descontento estaba Santiago. Había ido al hospital psiquiátrico después de hablar con Belén esa tarde. De casualidad, cuando entró al hospital, una enfermera y un médico hablaban de un hombre llamado Álvaro que había visitado a Alicia todos los días.
Algunas veces, e incluso, se quedaban en la sala de ella todo el día, por lo que las enfermeras y los médicos sabían que había algo sospechoso entre ellos. Al escucharlo, Santiago tuvo que contener el impulso de enfrentarlos. En cambio, se apresuró a irse de allí.
Si había algo que no podía aceptar, era que su esposa lo engañara. Después de eso, nunca iba a poder mantener la cabeza en alto en el Distrito imperial. Sin embargo, si las enfermeras y los médicos en el hospital no solo chismoseaban o hablaban disparate, y era todo verdad, no dejaría que Alicia se saliera con la suya, le daría una paliza hasta matarla, de ser necesario.
Después de respirar profundo, trató de ocultar sus emociones antes d