Minutos más tarde, llevaron a la niñera a la fuerza frente a Santiago, en cuanto Elena vio a Santiago, como comenzó a gritar Presa del pánico.
“Señor García, soy inocente.” Salí anoche porque el inútil de mi hijo volvió a jugar y perdió todo, y se metió en problemas.
Le juro, por mi vida, que no tengo nada que ver con el incidente de las serpientes. “Recuerde, yo siempre he sido fiel a la familia García”.
Santiago no le prestó atención a la súplica de Elena, le entró por un oído y le salió por el otro mientras ignoraba los gritos de Elena, ordenaba a los sirvientes que lo ataran y que hicieran lo que les había ordenado.
Caminó en silencio hasta una mesa en un salón, encontró un cinturón de cuero que se les había quedado a unos invitados.
Ordenó al personal que azotaron a la sufrida Elena mientras les entregaba el cinturón al ama de llave.
A pesar de su vacilación inicial, el ama de llaves, llevó a cabo las órdenes de Santiago.
“¡Zas!” Dando el primer golpe, Elena sintió que se le abri